jueves, 6 de diciembre de 2018

Volver al pueblo.

Y aunque nos alberga la delincuencia, secuestros, asesinatos, robos, carros bomba, no sé porqué nos sigue albergando también la esperanza.
Bolivar decía que este clima lo sanaba, y así me siento yo. Ocaña pasa de un calor picante en el medio día, al frío del páramo que baja a las cinco de la tarde, se prenden las luces Led y todo parece un pesebre desde la terraza de mi casa, de donde puedo ver la virgen del barrio del Carmen y casas de ladrillo amarillo de gente que se ha quedado en la montaña.
Somos la puerta del Catatumbo, hace rato no me adentro allí, pero mis amigos trabajadores, Ana Edilma y Camilo Claro, me cuentan que es hermoso, que los paisajes son sacados de un cuento, una selva intensa y pueblos que entre la injusticia viven felices. Ser esta puerta nos ha costado, y bastante, pero también nos ha dado un privilegiado lugar en el mundo. A veces me pregunto si es que Dios no puede dar todo, y a algunos no les dio el clima y la gente y sí seguridad y justicia, y a nosotros nos tocó al revés.
Comparo los reparcheos de calles de Europa, las vías y cómo se mueve el tráfico, ese que es la vida día a día de un mundo que tiene que ir al trabajo y a hacer vueltas de banco. Y entendí entonces que nuestro problema no es la Coca, ni falta de inteligencia, ni el desempleo, ni los indigentes pidiendo plata, porque de todo eso hay en todas partes. Nuestro problema es la corrupción desbordada, que se ve en Ocaña, cuando uno reflexiona las razones de ejecutar la plata con desespero en Diciembre, de pintar las calles a mano, y de arreglar los huecos con chambonadas, como lo analizamos con Licho Rojas. Ah, y también, de ver líderes que no salen al parque a darnos la cara y a ponerse al frente de esto, de esto que somos ahora, con ahínco, con ganas, como uno espera que un líder elegido lo haga.
Nos convocan a concentrarnos este Viernes veintidós a las cinco de la tarde. Allá estaremos, con nuestra única arma, el poder de movilizarnos. Porque queremos seguir viendo por siempre a San Francisco con su infraestructura elegante, al colegio Caro con su naranja natural, a Cedros bien arreglado, a Rinaro con sus amaretos y tortas genovesas, a crediservir con sus luces decembrinas, a ese letrero de Yo amo a Ocaña que emociona más que el Yo amo a Amsterdam, a la columna con los cinco anillos de la Gran Colombia que soñó el libertador, a el parque de San Agustín con la casa de mi amigo Oscar a la vuelta, y de Millo Benavides y Rosa, el de los cohetones el día de su novena. Queremos seguir viendo a los empresarios ocañeros, como Carlos Javier, porque luchársela acá no es fácil, o como mi amigo Daniel Carrascal que está empezando. Porque quiero seguir viniendo a ver a mi familia, que me hace arepa con queso y alcaparrado de pollo, y todo lo que a mí se me de la gana para rellenar la hijueputa arepa (hijueputa para mí es ser feliz y se lo digo a lo que amo).
Ocaña, donde me vuelvo a ver con mis amigos, con Otoniel que viene del Canadá, con Jonatan mi amigo al que amo, y qué decir de Wilson Ibañez, que cuenta los días para sus tres semanas en su tierra, cuenta los días para la parranda en su casa, cuenta los días para escuchar mañanitas de invierno y brindarnos un sancocho, no sin antes pedirle el equipo prestado a mi mamá.
Esta tierra tiene corruptos, pero también tiene a Alonso Bayona que se pensó un colegio como sacado de la Francia revolucionaria, tiene el musical de navidad, tiene al gringo de scuttman con su sinfónica, tiene la carranga del parque y los conciertos vallenatos que tanto nos gustan, tiene a Nancy Garcia y las danzas folclóricas, tiene a los Wichirris, el papá y los hermanos de mi amigo Camilo (el que nombré arriba) esos que se quedaron acá para hacer mi tierra más grande, con su música y su alma libre pensadora. Esta tierra tiene a mi vecina Torcoroma y Morita con su alegría fascinante, y tiene también a mis tías que me alcahuetean y me defienden de mi mamá.
Empecé reflexionando lo que nos está pasando ahora, luego de volver del extranjero, y no sé si el que lo lee llegó hasta acá. Pero quiero decirles un poquito más, esta tierra tiene también a Jorge Serna, que escribe poesía con palabras Ocañeras, y tiene también a Henry y su sátira, tiene a mi tío Manuel y su biblioteca llena de libros, así como la de mi mamá en donde descubrí el realismo mágico. Tiene también a Yolanda Paez que me hizo leer a Oparin, y me hizo hacer una máquina para fabricar bolegancho en la clase de biologia.
Esta tierra tiene a mis primos Mejia que fueron al Grammy y que casi nadie sabe, por el infortunio de los políticos a los que les gusta sólo el cemento, que son de acá. Esta tierra tiene a mi papá, y a los Casadiego y Casadiegos que provienen de Martin Casadiego, del Carmen Norte de Santander y que perteneció a los libres de Ocaña. Tiene a mi tía Carmela Peñaranda con sus buñuelos y que Dios me la guarde.
Ocaña tiene a los bollones con gafas de tres mil entre los que me incluyo, y tiene a la Aguacia que les da palo. Tiene el carnaval que ya no es con agua ni bolís, ahora te quema y te pinta la cara, pero tranquilos, sólo hay que alistar la acid mantlé. Esta tierra tiene a Laura Cantillo a quien le gusta leerme, no pensés churca que olvidé tu cara de turca, libanesa o de por allá, como tantas mujeres ocañeras, las más hermosas así como la negra Laudy que este año va a hacer falta.
No doy para terminar, y hasta mi vecino don Alfonso se me puede olvidar, o el queso de liduvina. Se me pueden olvidar muchos, pero los observo y analizo, así como reviso las botellas de trago, porque a Ocaña también la ha carcomido el contrabando y la mercancía chiviada que entra de la frontera. Que no se me olviden mis ahijados, porque soy el padrino de moda y los amo como amaré mis hijos.
Gracias a los que llegaron hasta acá. Gracias porque esto sale de ver y amar mi tierra que me duele, y que algún día quiero ver en paz para disfrutarla más, que ya es gula.
Con afecto y orgullo para todos mis amigos ocañeros. Sigamos hinchando bobamente el corazón, de que fuimos por un día la capital de esta Colombia.

viernes, 5 de octubre de 2018

ANSIEDAD: PERDIENDO LA VIDA EN VIDA.

Hay una realidad en la sociedad colombiana: No conocemos sobre salud mental. Si no es cáncer o diabetes las personas tenemos que estar bien, y, lamentablemente, no es así. La salud mental afecta a muchas personas en Colombia y alrededor del mundo, pero no se le ha dado la importancia que requiere. Estar padeciendo una enfermedad mental es no tener calidad de vida, y para eso no hay que estar "loco", como comúnmente lo llamamos, a veces se lleva por dentro y se convierte en una lucha constante de las personas. El más reciente informe de salud mental en Colombia revela que "Uno de cada diez colombianos sufre algún problema mental. La depresión y la ansiedad son los principales trastornos reportados. La investigación incluyó 15.351 encuestas a hogares en el país" (Fuente: revista SEMANA, 2015).

Así pues, el 10% de los colombianos padece algún problema. La persona, con alta probabilidad, puede estar en frente nuestro y no sabemos que tiene un problema del cual podemos ser parte sin darnos cuenta. Vamos a la ansiedad, en el mismo informe se menciona que en los adultos predominaron los trastornos de ansiedad, depresión y psicosis. El 9,6 por ciento de los colombianos entre 18 y 44 años aseguraron padecer enfermedades mentales. ¿Se han preguntado qué es la ansiedad y si la sufren? ¿Saben qué síntomas tiene? ¿Conocen los niveles a los que te puede llevar si no es tratada a tiempo? 

Primero se debe mencionar que la ansiedad se puede relacionar con el estrés y que este no es del todo malo, el estrés es funcional y te lleva a estar alerta ante situaciones de peligro, de presión o riesgosas. Por ejemplo: ¡Tengo que presentar un examen! te estresas toda una semana estudiando, repasando, pensando...pero pasa la situación y sigues con tu vida normal: Esto es una ansiedad funcional, te llevó a estar alerta y activar toda tu energía para sacar algo adelante. El problema viene cuando se sigue teniendo exámenes, estás en la Universidad y tendrás cuatro exámenes en el semestre, y tu cabeza no deja de pensar en los cuatro a la vez y en las grandes posibilidades de que no seas capaz, y en la pereza que te dará estudiar, y en lo duro que será, que fallarás y que no podrás, y ¡mil cosas más! Esto puede ser un ejemplo de ansiedad que requiere atención, pensar así te puede llevar a tener muchos síntomas como taquicardia, visión borrosa, sensación de adormecimiento de partes del cuerpo, dolor en músculos, aturdimiento, sensación de irrealidad, mareo y hasta depresión. Y quiero hacerte reflexionar en algo: Si eso es en la Universidad, ¿cómo será cuando comiences a trabajar?

La ansiedad puede tener un alto componente genético, la manera como funciona el sistema nervioso e incluso el sistema endocrino puede tener predisposiciones que afectan el comportamiento de las hormonas que regulan el estrés. Sin embargo, también tiene un componente importante cuya raíz se encuentra en las estructuras de pensamiento que aprendimos cuando niños, nuestros hábitos y en los miedos. Vamos por partes: debes conocer tu cuerpo y tu  mente. Para solucionar la predisposición física que puedas tener es importante que sepas qué cosas no puedes comer o tomar y qué hábitos debes aprender. Aquí va un ejemplo: Una taza de café tipo americano de 240 ml contiene un alto porcentaje de cafeína que puede estar alrededor de entre 100 mg y 200 mg...¡es delicioso! pero a todos no les hace el mismo efecto, hay personas que con esa cantidad pueden terminar comiéndose las uñas y hasta los dedos, otros necesitan hasta 8 tazas de estas para poder vivir: todos somos diferentes. En un curso virtual para superar la ansiedad (vive sin ansiedad) que puedes encontrar fácilmente en la red, ponen al ejercicio físico como número uno en los consejos para comenzar a superar este padecimiento, es importante que lo involucres a tu vida, así como empezar a disfrutar más de las cosas que te gusta hacer. Superar la ansiedad va a ser exitoso si entiendes con todas tus fuerzas que se vive un día a la vez y que cada día debe tener sentido.

Hoy son sólo algunos pequeños consejos para los lectores que comprenden estos procesos, que, retomando la cifra, podrían ser el 10% de los habitantes de Colombia. Estamos en un país complejo, en donde el entorno día a día nos presenta casos de injusticia, corrupción, y aún la violencia que no nos quiere dejar del todo. Cuando eres una persona ansiosa el mundo que te rodea es diferente, lo ves de forma diferente, se presenta preocupación crónica por el futuro, por el país, por tu familia, por no poder hacer las cosas; se presentan miedos que para otros son cosas simples, como estar solo, conducir, subir a un edificio y hasta salir a la calle: Todo esto lleva a potenciar la ansiedad. Es bueno que conozcas los síntomas, que identifiques los miedos y que logres conocer los puntos débiles para darles la vuelta. 

Necesitamos aún más investigación y muchos más programas que se preocupen por la calidad de vida de las personas con padecimientos mentales, esto nos puede hacer incluso más productivos como país.












AMALGAMA

Primer capítulo: Ella.

A esta altura del viaje la barba era abundante y el cabello formaba los resortes de la discordia, esos que me avisaban que estaba tarde para ir al salón. Sabía que sólo los cortaría al regresar, como un homenaje al hombre pasado que había de dejar y para dar bienvenida a un ser diferente. Se acercaba el ocaso, mi amigo proponía sólo un gol más para retirarse a orar, así como en el barrio: el gol gana. Y así lo tomé, porque así era desde niño, alguien acostumbrado a ganar y que había que tenido que aprender a perder a la fuerza. Me levanté y sostuve mi cuerpo al menos un segundo para cabecear con todo mi ser la pelota, un gol que en los últimos dos meses había buscado y que sólo se me daba al final, en ese instante de gloria para decir adiós al partido, pero también a ese país y con esto a Mohammed, Francisco, Nicolás, Mattia, Yun, Gokmen y Manuel, mis amigos, los que no perdieron de vista el fútbol 2 veces por semana, pero más allá de eso, los que no perdieron de vista la diversidad de colores que había entre nosotros.

Eran las 2 o 3 de la tarde y mi paisaje había ido cambiando, de la Bogotá con casas de ladrillo amarillo y tejas de zinc, a la Ciudad de México inmensa para llegar a Londrés y viajar después 2 horas en un taxi a la ciudad de Bournemouth. Casitas con ventanas en el techo, con alfombra en el piso y echas de cartón. O quizás no, pero escuchabas todo entre paredes. Los árboles adornaban el camino a mi nueva casa, y el verano se comenzaba a marchitar, aunque la brisa desquebrajaba mi piel y el frío era diferente al de la sabana. Ahí estaba, entrando a un portón, con un jardín bello y dos camionetas Ford apostadas a la derecha. Mi corazón palpitaba con nerviosismo y el cansancio de las más de 20 horas que acumulaba de viaje hacia mella. Abrió la puerta un papa noel sin barba con una sonrisa que daba tranquilidad y detrás de él un ser que me observó con una energía que eclipsó mis pocos sentidos. Quiso ayudarme con la maleta, pero yo con mi orgullo de macho cabrío no la dejé, le dije que podía solo en un inglés pisoteado, aunque la verdad hubiese querido que me cargara hasta la vida. Mientras el abuelo le ofrecía un Sandwich al conductor, ella me llevaba a mi habitación y comencé a detallarla: cabello a la cintura, pecas, blancura extrema, cara redonda como mi mamá y un olor mejor que ropa limpia de casa. ¿De dónde eres? Pregunté. A lo que ella respondió: I am from Bogotá.

Segundo capítulo: Un musulmán, un amigo.

Tercer capítulo: Naz y los turcos.

Cuarto capítulo: El lenguaje del fútbol.

Quinto capítulo: Una Toscana para enamorarse.

jueves, 4 de octubre de 2018

LA INCOHERENCIA DEL REBAÑO.

Lo primero que debo mencionar es que esto lo escribe un ser imperfecto, humano y pecador, una persona que falla diariamente pero también un ser humano reflexivo y con inteligencia existencial. O al menos, en el análisis de los tipos de inteligencia, esa fue la que más hizo palpitar mi corazón pues me identifiqué por fin en un nicho, como quien ve un oasis en medio de un desierto.

Escuchando a Jesús Adrián Romero, cantante de música cristiana o mal llamada Gospel -yo la llamaría música espiritual- reflexioné sobre la vida de Jesús y su influencia en el mundo, sobre el verdadero mensaje de Dios. Es cierto que no es fácil comprender el libro sagrado de la biblia, para eso se requiere de capacidad de reflexión, orientación, fe y mucha oración clamando sabiduría. El poder de la oración es infinito, pero mucho más el de la fe. Pero me desvié un poco, lo importante acá es el verdadero mensaje de Dios a través de la vida de Jesús, que de por sí es el mensaje para encaminar la desorientación de nuestras vidas. Lo que aprendí leyendo, escuchando a amigos y disfrutando a compositores como Jesús Adrián, es que la respuesta está en imitar la vida de Jesús, una de sus canciones dice textualmente: "Y al conocer tu corazón, mi mundo se hace pequeño, se desbaratan mis sueños. Y al descubrir tu gran amor, cobra sentido mi vida, todo problema se olvida". Debo aceptar que antes de llegar a esta reflexión esto estaba en mi vida de manera muy vaga, no lo comprendía. Pero para explicar qué es imitar la vida de Jesús, primero se debe comprender la incoherencia del rebaño.

La incoherencia del rebaño no es una crítica con látigo a la manera como se comprende el mensaje de Dios, pero sí es un llamado de atención y una alerta a cómo comprendemos las escrituras y más allá de eso, a la manera cómo comprendemos la vida misma. ¿Me creerían si les digo que comprendí el poder de la vida de Jesús entendiendo el poder de la vida del profeta Maoma o Mohammed para los árabes? Sí, estudiando inglés con mi amigo Mohammed en el Reino Unido -Para no confundirlos debo explicarles que ellos se llaman Mohammed como su profeta y que es el nombre más popular del mundo, así como hay miles de "Jesuses" en nuestros países- descubrí el poder de la enseñanza de este profeta en la tierra. Mi amigo lo seguía al pie de la letra, era una persona colaboradora, amorosa, noble, humana. Me enseñó que su profeta tenía un vecino que no lo quería, le dejaba la basura en su casa y le hacía la vida imposible, sin embargo, el profeta Mohammed terminó cuidándolo en su lecho de muerte. Un corazón noble por encima de nuestros corazones, y ese Musulmán, mi amigo Mohammed, era un hombre dispuesto a dar antes que pedir cualquier cosa, rompió mis paradigmas sobre su cultura y fue uno de los que hizo mi experiencia en el exterior muy superior a mis expectativas.

La manipulación de las personas en las elecciones de nuestros líderes, una iglesia que pide doce personas y dinero porque entraste o porque te bendicen con tu salario. Un pastor que se cree un ser superior y obliga a su iglesia a invitarlo a comer. Arrinconar a los homosexuales, poner en el último escalón del camino al cielo a las prostitutas y un sinnúmero de prácticas con las cuales no puedo estar de acuerdo, me hacen pensar que la incoherencia del rebaño es infinita. Jesús recibió un pan que le ofrecieron por la admiración que le tenían y puso de primero a un mendigo y se lo regaló, en medio de los murmullos de la gente abrazó a una prostituta y le dio todo su amor y su paz mientras les decía: "¿Por qué miras la paja en el ojo ajeno y no el tronco que hay en el tuyo?". Jesús nos demostró que se puede perdonar a un hijo que se fue e ir en contra de la lógica del castigo para volverlo a recibir con amor. Nos dio cátedra cuando dijo: "pon la otra mejilla", o, "al que te quita lo que es tuyo no se lo reclames". También nos enseñó la importancia de dar, de compartir, de ayudar; no sólo a los que amamos, sino al extraño, al que no conocemos, a aquel que nos hace daño. Y aunque estas son frases y actos poderosos y difíciles de seguir, lo sé, ese es el verdadero significado de imitar su vida que es a lo que nos llama su ejemplo. Pero no sólo es la vida de Jesús, sino también la de Mohammed y la de todo aquel profeta que haya profesado las verdaderas enseñanzas. Ambos son del linaje de Abraham, pero nos hemos complicado buscando si la verdad está en los hijos de Isaac o Ismael y tratando de saber quién tiene la razón. La verdad es una sola y es el poder del amor, el verdadero amor por Dios y por el prójimo como el que tenemos por nosotros mismos.

Somos seres imperfectos, el día a día nos consume y nos es difícil hacer una pausa para pensar en todo esto. La religión nos atrapa pero no hacemos una pausa sobre el mensaje: Ateos, creyentes, cristianos, musulmanes, budistas, niños, jóvenes, perdidos, drogados, con camiseta rosada o roja, todos, absolutamente todos, merecemos que nos miren a los ojos como si nos miráramos a través de un espejo.











lunes, 29 de mayo de 2017

TRES DÉCADAS.

Los primeros 10 años.

Nací en 1988, en una época que partió nuestro país en dos por ser quizás la más violenta y apremiante, llena de inestabilidad política con un Estado que bailaba entre la mafia, la corrupción y el miedo de que todo se fuera a la mierda. Uno no recuerda mucho de sus primeros tres años, es más, creo que no recuerda nada. Pero forman la esencia del ser humano entre la genética arraigada, lo que tu madre consumió y las formas para enseñarte a hablar y caminar, primeras habilidades de libertad en un país donde no se sabía si la vida era vida o era una trampa fugaz del destino.

A partir de los cuatro años el recuerdo está más caliente, un poco difuso pero es más cercano, y las lagunas mentales aparecen cada tanto para repasar momentos felices, porque cuento con la fortuna de estar lleno de ellos en estos primeros diez años. La gente es antes gente cuando esta llena de maltratos y atropellos en la génesis de la vida. Las fotos de los álbumes también ayudan, aún recuerdo mi pantalón café de tela firme, con la camisa café oscura y mis zapaticos negros: toda una obra de Dios, en ese momento era sólo así, porque luego el diablo corrompe las miradas inocentes que te deforman un poco físicamente, pero que también te hacen feliz. En esa foto cargo a Andrea Carolina, quien después estaría conmigo en muchos peldaños, con su tiqui tiqui desesperante pero con una compañía inmensa.

Mi mamá fue una luchadora incansable de aquellos años, nací cuando ella llegó a la edad madura de los 30 años, esa que estoy a punto de pisar con un poco de incertidumbre pero con mucha satisfacción. Mi papá fue efímero como siempre, pero debo decir que en esta época lo sentí más mio. Íbamos al circo, o me llevaba a jugar maquinitas con mi hermano. Nunca fui diestro en las máquinas, pero sí soy diestro desde esta época en reconocer lo bueno de los seres humanos, en decepcionarme de lo malo y en simplemente alejarme para no llenarme de enemigos ni de odios vagos.































miércoles, 29 de marzo de 2017

UN SÍ MÁS REAL.

Si hoy hubiese otro plebiscito que nos preguntara por la posibilidad de llegar a un acuerdo con un grupo armado, volvería a votar sí. Pero esta vez sería menos altivo, escucharía más y lo haría con una mejor y más consentida concepción de nuestra realidad.
Después de ese día de Octubre, he tenido la oportunidad de recorrer el país, por motivos del trabajo que he buscado, ese que espero que transforme de verdad y que comprenda el país en que nací y por el cual me mantengo de pie. No me convence el político que no habla alrededor de un café con la gente, esa que ha vivido la guerra, que ha puesto los muertos, o que simplemente labra la tierra en busca de mantener a sus familias. Una tarea ardua entre tanta vía mala, tanta falta de formación y de oportunidades certeras que en ocasiones medio les da la coca. Sé que quienes han estado en el poder hasta ahora, o al menos en una gran mayoría, no son esos que dinamizarán los verdaderos cambios, seguro que no lo son.
Estuve en el Putumayo, andando por trochas, yendo a ver la ZVT de la Carmelita y hablando con la gente de Puerto Asís, del Valle del Guamues y de San Miguel, este último municipio hermano del Ecuador, un país con una vía iluminada con fotoceldas y con una guardia decente, al lado de la entrada a nuestra Colombia.
El bloque sur de las Farc está concetrado en este departamento, en un proceso de paz que a muchos nos llena de esperanza, pero que hay que mirar con lupa. Me preguntaba mientras escribía si en mi Catatumbo natal estará pasando lo mismo, y mi conclusión es que el conflicto aunque heterogeneo y lleno de problemas que se complementan, tiene una raíz fundamental: la falta de oportunidades. Que genera uno muy conocido: la producción y comercialización de los cultivos ilícitos. Esto suena un poco mamerto y desgastante, trillado, pero es así y hay que repetirlo cuantas veces sea necesario.
Hablando con las víctimas resilientes de nuestro conflicto y con amigos que conocí, hay un alto grado de escepticismo. Rumores van y vienen de la disputa con neoparamilitares por el control del narcotráfico, de los impuestos, y en sí, del negocio mismo. Porque siguen tropas satélites que no quieren disparar, pero que no quieren dejar la teta que los alimenta ampliamente. Incluso se habla que algunos muchachos del proceso se están cedulando para quedar limpios, e ir a otra zonas a delinquir. Una tensa calma, una bomba de tiempo que las comunidades no quieren que explote y que vuelvan a quedar en el medio como siempre, porque son ellos los que tienen que andar quedando bien con los unos y los otros, y vivir en la zozobra para sobrevivir.
A todo esto hay que agregarle la incapacidad de un gobierno para cumplir. De Puerto Asís, donde hay vuelos diarios, a la ZVT no hay más de 2 horas por tierra. Se puede llegar. Y los guerrilleros viven en cambuches. Estaban mejor en el monte, me dijo una persona hablando de esto. Si es así con esto, ¿Cómo será con la poesía del acuerdo de paz?. Con ese libro bonito que nos invitó a soñar. Nos dio esperanza en vías, en tierras, en oportunidades, en justicia y en reparación. La verdad no sé qué vaya a suceder con todo lo demás después de los 180 días.
Acá no le estoy dando la razón a algún colectivo, porque nuestro problema es complejo y tampoco la bala y la fumigación exagerada ha tenido la razón. Ni la plata asistencialista ni muchos modelos para garantizar calidad de vida. Volvería a votar sí, porque creo que con un muchacho que sí quiera prepararse, que caiga en las manos de una beca o de las oportunidades del SENA, o cualquier otra entidad, todo eso es ganancia. La percepción de la vida segura y el sentimiento de que vivir con terror no va a volver a suceder, romper estas estructuras que se esconden en lo político con oscuras mañas, todo eso es válido.
Volvería a votar sí, pero un sí más real. Uno que conozca de verdad el país y no desde un escritorio en la ciudad. Un sí conocedor de que nuestros problemas son más profundos.

domingo, 12 de marzo de 2017

Las cajitas de colores de San Victorino.

A pesar del debate por el uso del suelo que se le debe dar a esta antigua zona del "Cartucho" en Bogotá, esta sin duda es una iniciativa para llenar de color la capital y el país. El color y la innovación urbana hacen sentir sin duda una condición diferente a los espacios urbanos más deprimidos.

Se han pensado una renovación urbana en que los puestos de trabajo estén cerca de la vivienda popular, pero más allá de eso lo que se debe rescatar es la capacidad de embellecer espacios. En Colombia la tasa de informalidad para veintitrés ciudades del país es cerca del 50% (según el DANE), y eso se refleja en el número de vendedores ambulantes que observamos a diario, y aquellos que no deambulan tanto y, más bien, ocupan un lugar fijo en el espacio público.


Las cajitas de San Victorino se pueden optimizar y pensarse aún mucho mejor para hacer nuestras ciudades más bonitas, pero sobre todo más inclusivas. Lo malo del grafiti no es el grafiti, es la falta de planeación sobre el arte dentro de la ciudad. En nuestro país pasan cosas buenas en renovación urbana, prueba de esto es este proyecto temporal que ya es una realidad.